Palabras del Senador Manlio Fabio Beltrones R., Presidente del Senado de la República, en la inauguración del “Museo de las Constituciones”, el jueves 10 de agosto de 2011.
Distinguido señor Rector de nuestra Universidad, doctor José Narro Robles;
Señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Ministro Juan Silva Meza;
Saludo también al señor Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard Casaubón;
Y también al Presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Juez Diego García Sayán;
A todos y cada uno de nuestros amigos: a Jorge, a José, al señor abogado de la Universidad. A todos y cada uno de ustedes:
Señoras; señores:
La verdad es que, al igual que el señor Jefe de Gobierno, intentaré ser breve; y con la brevedad con la que uno se conduce en el Senado, trataré de mejorar los tiempos.
Nada resulta más adecuado para recrear nuestras ideas, nuestros sueños y nuestros anhelos, que ver la forma como quienes hoy estamos aquí, bien coordinados para el rescate de este recinto, vemos el éxito de poder recobrar la memoria en la recreación de lo que puede ser la historia.
Sobre todo una historia muy singular, la historia que nosotros hemos construido alrededor de las instituciones que nos hemos dado, rigiéndonos por un eje fundamental, que es la Constitución.
Para quienes en los últimos años hemos tenido el privilegio de ver estos nuevos tiempos y adecuar nuestra Constitución a los mismos, sabemos que no obstante las 22 --hasta ahora-- reformas constitucionales que hemos llevado a cabo y las que quedan pendientes por construirse en la colegisladora, sobre todo en referencia a una reforma política, podrían resultar insuficientes si no coincidimos que sí es necesario --como aquí se ha dicho-- el que acudamos a una reingeniería institucional para mejorar la gobernabilidad en México.
Y junto con la gobernabilidad, los resultados que nos deben dar la manera ordenada de hacer las cosas a través de nuestras reglas fundamentales, como también el ejercicio de una vocación democrática, pero que requiere de resultados.
Hoy en día --y es justo el lugar para mencionarlo-- hay quienes dentro de México se sienten decepcionados de los resultados de nuestra democracia.
No nada más eso, hay también otros que acuden quizá a mirar hacia el pasado, buscando mediante fórmulas regresivas encontrar la solución a esa falta de resultados, mismos a los que --la mayoría de nosotros-- les respondemos que los problemas de la democracia se resuelven con más democracia.
Y los problemas que pueda generar una Constitución, que no sea adecuado a los tiempos en algunos de sus apartados, se resuelven con modificaciones específicas consensadas, para hacer trascender entonces las decisiones que deben abordarse en cada uno de nuestros espacios.
Acudo a lo anterior porque este lugar --insisto-- es el adecuado para hablar de las reformas a nuestras instituciones, y lo hago apoyándome en la intervención --en la muy buena intervención-- del Jefe de Gobierno de esta ciudad.
Creo que es importante que volvamos los ojos hacia la necesidad de reconocer que tenemos problemas para poder construir los acuerdos. Y éstos no nada más se deben a que hemos ingresado afortunadamente a la pluralidad, sino que la pluralidad no tiene un referente sobre el cual se pueda apoyar para construir las mayorías necesarias que nos permitan acordar lo suficiente para que en México se vivan resultados que se traduzcan en crecimiento económico, en empleo y en seguridad pública.
En el Senado de la República hemos acudido constantemente al apoyo de la Universidad para construir las reformas que se necesitan en México.
Quienes tuvimos la fortuna de contar con una educación pública, y sobre todo una de calidad como la de la Universidad Nacional Autónoma de México, siempre reflexionamos alrededor de la manera como podemos hacer que las cosas cambien.
Es así como hemos atendido todas estas reformas. La verdad es que la Universidad y su Instituto de Investigaciones Jurídicas no han sido ajenos, sobre todo a complementar las circunstancias por las que se ha movido México en los últimos años.
Pongo un ejemplo, en materia de seguridad pública el actual gobierno ha requerido de reformas legales sumamente polémicas, las cuales le hemos dado, vigilando siempre que no se violenten, que no se violen las garantías en nuestro país; procurando que sí tenga los suficientes instrumentos modernos para combatir a la delincuencia, al narcotráfico o a cualquier evento delictivo en donde se presente.
Pero para ello nos hemos apoyado y mucho en la Universidad, y sobre todo en reformas constitucionales, para que si bien estos instrumentos son polémicos, no deberá ser polémica la necesidad que en la Constitución se establezca el respeto a los derechos humanos en nuestro país.
Acompañar una decisión momentánea, circunstancial del gobierno en turno, con decisiones de fondo, a través de consolidar en nuestra Constitución los derechos de los mexicanos, no es una tarea fácil, pero lo hemos logrado apoyándonos en los mejores, y los mejores están en la Universidad.
Es por eso que quizá valdría reflexionar y bien sobre lo que aquí ha puesto sobre la mesa el Jefe de Gobierno. Hace escasos días Paul Krugman, quizá parafraseando al señor Clinton cuando andaba en campaña, dijo “no es la economía, no son las finanzas. Es la política lo que está fallando”.
Y a partir de ello, entonces tendríamos nosotros que reflexionar si es la política la que ha generado estas finanzas chatarra en el mundo; sobre todo, es la política la que vuelve a generar problemas de orden financiero en el mundo, que nosotros habremos de sufrir las consecuencias, por más versiones optimistas o triunfalistas que escuchemos una y otra vez. Es entonces a la política a la que debemos darle tiempo para modernizar las formas y alcanzar mayores acuerdos.
La Cámara de Diputados tiene ya una reforma política, de alcances verdaderamente importantes, que le da más poder a los ciudadanos que a los partidos políticos y a los políticos en sí mismo, que intentó ser mejor --con el apoyo de la Universidad por cierto, con el apoyo de los mejores de la Universidad-- y que buscó esta nueva forma de lograr coaliciones democráticas para mejores gobiernos, y que se quedó en el intento --en el primer intento--, discutiendo con otras fórmulas que alcanzaban menos consenso, como la segunda vuelta electoral o lo que pudieran ser las cláusulas de gobernabilidad.
Estamos convencidos que un evento de esta naturaleza nos permitirá sobre todo volver a insistir en la necesidad que México cambie junto con nosotros, porque hay quienes todavía insisten en los cambios en México, olvidándose que México ya cambió, pero quienes no lo hemos hecho somos muchos de nosotros.
Y si tenemos que cambiar, lo haremos haciendo las modificaciones constitucionales con orden, concierto y acuerdo. Por eso hoy celebro que aquí recobremos en buena parte la memoria, de cómo llevar a cabo a través de las instituciones y una de ellas la Constitución, el buen trabajo político de ayer, de hoy y del futuro.
Este recinto --no tengo ninguna duda-- quedará disponible para todos, a fin de que se estudie la transformación del país a través de sus normas fundamentales, y sobre todo que se vea después del estudio la necesidad de ir mejorando ese trabajo.
Quisiera hacer un alto en el camino y aprovechar tan distinguida audiencia, para que este esfuerzo bien pensado, bien llevado a cabo, pudiera continuar, ya que no hay nada que pueda ayudar más que la profunda conexión entre la historia, la Constitución y el alma de la Nación que hemos construido.
En marzo próximo pretendemos --si es que la Universidad Nacional Autónoma de México sigue dándonos su confianza para ir juntos, sobre todo al rescate no nada más de los edificios, sino de la memoria--, celebrar aquí en México el Bicentenario de la Promulgación de la Constitución de Cádiz, conjuntamente con los Congresos Iberoamericanos.
Si es de acordarse de esa manera --señor Rector o señor Jefe de Gobierno--, tendremos la oportunidad entonces de recordar aquí y honrar también a otros constituyentes, en el origen de nuestras Constituciones, como Miguel Ramos Arizpe, Fray Servando Teresa de Mier, que al lado de destacados diputados provinciales de la Nueva España, participaron en la elaboración de ese texto decimonónico sin el cual no se entenderían otras instituciones del derecho público mexicano del Siglo XXI.
Démonos esa oportunidad de volver a reunirnos aquí y que el Senado pueda participar alrededor de la Universidad Nacional Autónoma de México, en este magno Museo de las Constituciones, en tan trascendente celebración.
Solamente así habremos de asegurarnos que recordando no volvamos a repetir los errores, que en alguna ocasión hicieron que lamentáramos cada una de sus consecuencias.
Muchas gracias por su atención.
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